Y al día siguiente del "felices para siempre", Cenicienta se percató de que el cuento se había acabado y que en ese momento empezaba la realidad de su nueva vida. Sólo cambió de castillo y de amo. En aquella época, ella como mujer, valía sólo para hacer tareas del hogar, complacer al marido y parir. Sigue siendo las misma realidad de muchas mujeres hoy, en pleno siglo XXI.